Kevin de Bruyne, un futbolista superlativo, lideró la remontada de Manchester City ante el Crystal Palace, que sólo aguantó un tiempo ante el vigente campeón de una Premier que colidera tras la victoria de este sábado a mediodía a la espera de los partidos de Arsenal y Liverpool. Pep Guardiola alineó un once ultraofensivo en el que se permitió el descanso de algunas piezas claves y la reactivación de otras, principalmente el belga, bigoleador, pero también Haaland y Grealish, que abrió un túnel por la izquierda en la defensa del Palace.

Tres minutos tardó el cuadro local en descubrir la principal costura en la armadura del City. Un balón a la espalda de Stones, que regresaba al once, permitió a Mateta plantarse solo ante Ortega para batirle de tiro cruzado. El partido había empezado con el City, sin Bernardo Silva ni Foden pero con De Bruyne y Haaland, monopolizando el balón, con hasta cinco jugadores de ataque, y el belga al mando de las operaciones. Con todo, no fue hasta una percusión por banda izquierda de Grealish cuando De Bruyne apareció libre de marca en el lateral del área. Sin agobio rival, se abrió y colocó un derechazo impecable en la escuadra izquierda de Henderson.

La respuesta del equipo de Guardiola al tanto del Palace fue inmediata y casi furiosa, con De Bruyne dejando poco después de marcar solo a Haaland ante Henderson, que añadió a una acción a tiro mordido de Rodri su recital de grandes salvadas en el primer tiempo. Con todo, la espalda de la defensa de tres del City seguía permitiendo acercamientos peligrosos al área del campeón de Europa, con Ayew y Mateta siempre dispuestos a capitalizar los espacios libres.

El City levantó el pie hacia la media hora, pese a un par de intentos de Julián Álvarez con más ruido que nueces.Al paso atrás del campeón respondió el Palace con otro al frente. Un error en salida de Rodri permitió a Ayew probar fortuna de nuevo, y sólo la madera salvó a Ortega, que poco después dejó un recorte increíble, casi sobre la línea de gol, ante Mateta, tras otra decisión cuestionable de Rodri. Hubo incluso un posible penalti de Gvardiol, de esos que en la Premier no se pitan y que en España pueden conllevar cárcel. Pero el acelerón de los locales no halló recompensa ante un City que aceptó educadamente las tablas antes de la pausa.

Pudo ser una maniobra de distracción, porque al minuto de la renudación, Grealish dio filo a otro largo ataque de su equipo y puso desde la izquierda un balón al corazón del área. Donde suele aparecer Haaland, lo hizo Lewis, que embocó con frialdad desde el punto de penalti. No había sido, hasta ese momento, el mejor partido del City, pero el duelo estaba ya en el escenario soñado: por delante en el marcador y con tiempo para acunar el balón y seguir desgastando a los locales.

El desenlace lógico se hizo inevitable cuando Haaland protagonizó otra mala noticia para el Madrid, rompiendo con el tercer gol de su equipo una sequía de cuatro partidos sin anotar en Premier, algo inaudito para un androide del gol. A esas alturas, el monólogo del City era total, y Grealish, siempre por su banda, se volvió a asociar con De Bruyne para otra gran gol del belga, que completó una actuación estelar, absolutamente redonda. Su partidazo fue el peor presagio de la matinal londinense para el Madrid, que ya sabe cómo se las gasta el pelirrojo. Ni el Bernabéu, escenario del próximo duelo entre españoles e ingleses, lo arruga.