noche hubo un momento en el que sólo quería que recibiera el balón Lamine Yamal para que volviera a marcharse de Wendell, Joao Gomes, Lucas Beraldo o el brasileño de turno que saliese a su paso. Era todo un España – Brasil. Era la última prueba de la Selección antes de la lista de la Eurocopa. Era el día de fijarse en muchas cosas para ver qué funciona y qué no. Pero durante un buen tramo del partido todo esto quedaba reducido a él. A Lamine Yamal.

Tiene algo de hipnótico el fútbol de este chaval de 16 años que es titular tanto en el Barcelona como en España a pesar de su edad y no gracias a ella. Lo suyo no es un tema de potencial, que está ahí, es evidente y a todos nos esperanza. Lo suyo es un tema de nivel real. De presente.

Como decía ayer, ahora mismo no le puedes exigir que marque la diferencia cada día. Sería un error esperar que en cada partido de la Eurocopa haga lo que hizo ayer ante Brasil. No se le puede poner sobre su espalda el peso y las expectativas de todo un país. Ahora bien, también sería un error no confiar en que pueda hacer un partido así en el cruce clave de la Eurocopa. Responsabilidad, ninguna. Derecho para ilusionarnos, todo el del mundo.

?Porque como diría Jorge Valdano, Lamine Yamal es un distinto. Más allá de que tenga ese regate que hemos anhelado durante tantos años en España, es que Lamine Yamal inventa jugadas diferentes en cada partido. Él no construye sobre plano. No tiene una o dos acciones distintivas que vaya repitiendo cual patrón. No. Él inventa, él crea. Lamine Yamal fluye sobre el terreno de juego y reacciona a lo que le exige el rival y lo que pide la jugada.

De su grado de inspiración puede depender el techo de una Selección a la que le siguen faltando cosas pero que debe ser competitiva. Supongo que si se plantea desde el punto de vista de que el techo de España depende de un chico de 16 años la cosa no pinta bien. Pero si se cambia el enfoque y se dice que el techo de España depende del Lamine Yamal que vimos con el Barça ante el Napoles o con España ante Brasil… pues creo que como mínimo debemos tener licencia para ilusionarnos.