Ya hay un dedo sobre el interruptor para encender la señal de alarma de un momento a otro. Llega el tramo definitivo de la temporada, el desenlace de LaLiga, la eliminatoria frente al City que todo el mundo espera y Bellingham no espabila. Nos lo han cambiado. Sin noticias de ese jugador dominante, exuberante, arrollador, imparable con su juego y sus récords. Entre la salud, el cansancio, la irregularidad propia de su juventud y las tarjetas porque no siempre ha sido capaz de abrochar la cremallera, su segunda vuelta de temporada no es que esté siendo mala, pero si terrenal, sobre todo si la comparamos con el hype alcanzado en la primera mitad de campaña donde lo subimos al escalón de Mbappé y Haaland por méritos propios.

Ese melón lo abrimos ayer en tiempo de Marcador y tuvo su continuidad en sala de prensa con unas cuantas preguntas a Ancelotti que toreó con su habitual maestría. “Viene de jugar muy bien con su selección”, dijo y es cierto. En esa ventana con los Pross, Jude tuvo una actuación relevante a pesar de las dificultades que demuestra tener Southgate, su seleccionador, para encontrar el dibujo táctico que más se adecúe a sus características. Pero el Madrid ha pagado más de cien kilos para ocupar la portada de Marca en los partidos que llegan. Son once las citas ligueras del segundo tramo de temporada y solo tres goles que le mantienen en el Pichichi compartido mas cinco ausencias por culpa del tobillo y el “fucking goal” de Mestalla.

No es fiebre, pero estamos al borde del resfriado sí tenemos en cuenta que ante el Leipzig se perdió la ida, el Atleti le echó de la Copa con buen partido suyo, eso sí, y en Arabia Vinicius fue el protagonista de todo. Su balance numérico en el cómputo total no arroja dudas, pero su rendimiento decreciente nos ha hecho olvidar como se tararea “Hey Jude”